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Dulce en la ciencia: azúcar de caña en laboratorios y medicina
El azúcar de caña, científicamente denominado sacarosa, es un disacárido formado por la unión de glucosa y fructosa, dos azúcares simples que el cuerpo metaboliza con rapidez para obtener energía. Su presencia en la alimentación es ampliamente reconocida, ya que aporta dulzor y energía inmediata a una gran variedad de alimentos. Sin embargo, más allá de su papel en la dieta, la sacarosa posee propiedades químicas y físicas que la hacen indispensable en diversos campos de la ciencia y la medicina.
Usos en laboratorios
El azúcar de caña, más allá de endulzar nuestros alimentos, tiene un papel importante en el mundo de la ciencia. En los laboratorios, se utiliza por sus propiedades únicas que ayudan a preservar células, mantener el equilibrio de soluciones y facilitar ciertos experimentos. Gracias a su capacidad para interactuar con otros compuestos y su efecto protector sobre estructuras biológicas, el azúcar de caña se ha convertido en un aliado valioso para investigadores que buscan estudiar y manipular organismos de manera segura y efectiva. Su uso demuestra que este ingrediente tan común en la cocina también puede tener aplicaciones sorprendentes fuera del plato.
- Crioprotección celular
El azúcar de caña tiene un papel sorprendentemente importante en la ciencia: proteger células durante la congelación. Cuando se guardan células, tejidos o fluidos biológicos a bajas temperaturas, el agua que contienen puede formar cristales de hielo. Estos cristales son muy peligrosos porque pueden perforar y dañar las delicadas estructuras de las células, comprometiendo su viabilidad y funcionamiento.
Aquí es donde entra en juego la sacarosa. Este azúcar funciona como un crioprotector, es decir, ayuda a proteger las células frente a los daños del hielo. Lo hace al interactuar con el agua y las membranas celulares, reduciendo la formación de cristales y asegurando que las células mantengan su forma y función después de ser descongeladas.
Este efecto es especialmente importante en áreas médicas y científicas donde se requiere conservar células por largos períodos. Por ejemplo, en la conservación de células madre, que son esenciales para terapias regenerativas; en el almacenamiento de espermatozoides y óvulos para procedimientos de fertilidad; e incluso en la preservación de otros tejidos biológicos para investigación o trasplantes. Sin esta protección, muchas de estas células no sobrevivirían al proceso de congelación, haciendo imposible gran parte del trabajo científico y médico que hoy se realiza.
Gracias a la sacarosa, es posible congelar y almacenar células de manera segura, lo que abre la puerta a tratamientos médicos avanzados, investigaciones importantes y soluciones para problemas de salud que requieren conservar material biológico durante meses o incluso años.
- Cultivo celular y microbiología
La sacarosa en los cultivos celulares, por ejemplo, se utiliza para ayudar a las células a mantenerse saludables mientras se estudian o se manipulan en el laboratorio. Esto se debe a que la sacarosa contribuye a mantener un equilibrio osmótico, es decir, ayuda a que el agua y los nutrientes dentro y fuera de la célula se mantengan en proporciones adecuadas. Además, al ser un azúcar simple, las células pueden utilizarla como fuente de energía, lo que les permite crecer, dividirse y funcionar correctamente durante los experimentos.
En el campo de la microbiología, que se dedica al estudio de bacterias, hongos y otros microorganismos, la sacarosa también juega un papel esencial. Se incluye en los medios de cultivo, que son como “alimentos” especiales preparados para que los microorganismos crezcan en el laboratorio. La sacarosa no solo les proporciona energía, sino que en muchos casos permite que los científicos identifiquen y diferencien especies de microorganismos según su capacidad para descomponer el azúcar. De esta manera, algo tan cotidiano como el azúcar de caña se convierte en una herramienta fundamental para entender mejor la vida microscópica y avanzar en investigaciones científicas.
- Purificación de biomoléculas
El azúcar de caña cumple un papel sorprendentemente importante: la purificación de biomoléculas como proteínas y ácidos nucleicos. Para lograr esto, los científicos utilizan la sacarosa en un proceso llamado centrifugación en gradientes de densidad. Este método funciona aprovechando una propiedad muy especial de la sacarosa: puede formar soluciones de diferentes densidades según la concentración. Cuando estas soluciones se colocan en un tubo y se les aplica fuerza centrífuga, las biomoléculas presentes en la mezcla se separan naturalmente según su tamaño y densidad. Es como si las biomoléculas “encontraran su lugar” dentro del gradiente de sacarosa, quedando organizadas de manera que los investigadores pueden aislarlas fácilmente.
Este proceso es fundamental en numerosos estudios científicos, porque permite obtener proteínas, ADN o ARN en estado puro, sin contaminantes que puedan alterar los resultados. Gracias a la sacarosa, los experimentos pueden ser más precisos y confiables, lo que a su vez contribuye a avances en áreas tan diversas como el desarrollo de medicamentos, la investigación genética y la biotecnología.
Aplicaciones médicas
Desde hace años, este ingrediente natural se ha utilizado en hospitales y laboratorios de diferentes formas: ayuda a que algunos medicamentos tengan mejor sabor y sean más fáciles de tomar, especialmente para los niños; se emplea en soluciones que alivian el dolor en bebés durante procedimientos médicos; e incluso puede contribuir en el tratamiento de heridas y quemaduras, favoreciendo una mejor recuperación. Estas aplicaciones muestran que el azúcar va mucho más allá de ser un simple endulzante: es una herramienta útil para la salud.
- Formulaciones farmacéuticas
Muchas veces los medicamentos tienen sabores amargos o poco agradables que hacen difícil que las personas, sobre todo los niños, los quieran tomar. Para resolver esto, se utiliza la sacarosa en la preparación de jarabes, tabletas masticables y soluciones orales. Gracias a su dulzor natural, el medicamento resulta más agradable y fácil de consumir, lo que ayuda a que el tratamiento se cumpla sin tanta resistencia.
Pero su función no termina ahí: el azúcar también ayuda a darle mejor textura y estabilidad a ciertos productos, permitiendo que se conserven de manera adecuada por más tiempo. En pocas palabras, la sacarosa hace que los medicamentos no solo sean más aceptables al gusto, sino también más prácticos y efectivos en su presentación.
- Alivio del dolor en neonatos
En los primeros días de vida, los bebés pueden someterse a pequeños procedimientos médicos como extracciones de sangre, aplicación de vacunas o revisiones clínicas que, aunque son rutinarios, resultan dolorosos e incómodos para ellos. Frente a esta situación, diversos estudios han encontrado que una forma sencilla y segura de aliviar el dolor en los recién nacidos es la administración de soluciones con azúcar de caña.
El mecanismo no se comprende del todo, pero se sabe que el dulzor provoca en los bebés una respuesta natural de calma, reduciendo el llanto y la incomodidad. Se cree que esto ocurre porque el sabor dulce estimula la liberación de sustancias en el cuerpo llamadas endorfinas, conocidas como “las hormonas de la felicidad”, que ayudan a generar una sensación de bienestar y alivio.
- Uso en heridas y quemaduras
Uno de los usos más interesantes del azúcar de caña es en el tratamiento de heridas y quemaduras. Desde hace décadas, médicos y comunidades han utilizado la sacarosa como parte de remedios caseros y también en la elaboración de pastas y ungüentos destinados a favorecer la cicatrización.
La forma en que funciona es bastante práctica: cuando el azúcar se coloca sobre una herida, crea una capa protectora que evita que los microorganismos se multipliquen con facilidad, ya que el ambiente con alta concentración de azúcar les dificulta sobrevivir. Al mismo tiempo, esta capa ayuda a mantener la humedad necesaria para que el tejido dañado no se reseque y pueda regenerarse de manera más rápida y ordenada.
En el caso de las quemaduras, el azúcar actúa como un aliado que calma la zona afectada y reduce el riesgo de infecciones, uno de los principales problemas en este tipo de lesiones. Además, al favorecer un entorno más limpio y húmedo, contribuye a que el dolor sea más manejable y a que la piel inicie su proceso de reparación con mejores condiciones.
Conclusión
El azúcar de caña, tan común en nuestra vida diaria, demuestra que su valor va mucho más allá de ser un simple endulzante en la cocina. Gracias a sus propiedades químicas y físicas, la sacarosa se ha convertido en una herramienta de enorme utilidad en laboratorios y en la medicina moderna. Desde proteger células durante la congelación, hasta servir como energía para cultivos celulares y facilitar la separación de biomoléculas, este compuesto natural participa en procesos clave que impulsan el avance de la ciencia y la investigación.
En el ámbito médico, su versatilidad también se hace evidente: contribuye a que los medicamentos sean más fáciles de administrar, calma el dolor en recién nacidos con un método sencillo y seguro, y favorece la recuperación de heridas y quemaduras al crear un ambiente que protege y estimula la regeneración del tejido. Estos ejemplos muestran que un ingrediente tan cotidiano puede convertirse en un aliado poderoso para la salud y la investigación, abriendo puertas a soluciones prácticas, accesibles y eficaces.
Así, el azúcar de caña se revela como un claro ejemplo de cómo lo natural y lo cotidiano puede tener un impacto trascendente en campos que van desde la biotecnología hasta la atención médica
Bibliografía
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Pujol, V. (2008). Contaminación microbiológica y actividad antimicrobiana del azúcar granulada (sacarosa). Revista Costarricense de Biología, 7(2), artículo. Recuperado de https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?pid=S0034-77442008000200002&script=sci_artt ext