Cáncer de mama.... un problema de salud pública.

El cáncer de mama representa un grave problema de salud pública al ser el cáncer que más afecta a mujeres de todo el mundo tanta en países desarrollados como en aquellos que se encuentran vías de desarrollo.

A ciencia cierta se desconoce su causa; sin embargo se sabe que es una enfermedad multifactorial; lo que significa que son múltiples los factores que pueden incrementar el riesgo de desarrollarlo. A través de diferentes estudios y observaciones se ha reconocido que la genética y la historia familiar de la enfermedad representan el riesgo más determinante; pero además otros factores tales como la exposición prolongada a estrógenos, la menarca precoz, la menopausia tardía y edad madura en el primer parto; incrementan el riesgo de desarrollar este cáncer en específico.

En el marco del Día Mundial del Cáncer de Mama a celebrarse el 19 de octubre del presente, me gustaría hablar acerca de los factores de riesgo asociados al estilo de vida y a los hábitos alimenticios, en cuyo caso, podría decirse que son factores que al ser controlables juegan un papel importante en la prevención de la enfermedad. El tabaquismo, sedentarismo, sobrepeso y/u obesidad y la presencia de ciertos alimentos en la dieta de manera cotidiana se incluyen en esta lista.

Se sabe que algunos elementos que son consumidos de manera habitual en la dieta pueden asociarse al desarrollo de cáncer de mama al combinarse con otros factores de riesgo. El más estudiado es el alcohol, el cual es considerado un cancerígeno, principalmente por las sustancias que libera al ser metabolizado por el organismo. La evidencia señala que un consumo mayor a 4 bebidas por semana puede incrementar su actividad cancerígena. Hablando en específico del cáncer de mama, algunos estudios sugieren que el riesgo implicado de su consumo puede asociarse a que interviene con los niveles hormonales en el organismo.

Así mismo, el consumo elevado de grasas, específicamente grasas saturadas (aquellas de origen animal cuyas principales fuentes son la mantequilla, la margarina, el chicharrón, la carne, roja, entre otras), incrementa el riesgo de desarrollar la enfermedad. Este riesgo incrementado se asocia a diversos procesos que se llevan a cabo en el organismo, en los que no me voy a meter a detalle, pero que tienen que ver con procesos inflamatorios y hormonales. Por esto y más, es importante limitar el consumo de grasas animales y preferir el consumo de grasas vegetales y marinas (cacahuates, nueces, almendras, aguacate, aceites vegetales, pescados, entre otras).

Otro elemento de la dieta, cuyo consumo cotidiano se ha asociada de manera controversial con el riesgo incrementado de desarrollar cáncer de mama, es la leche de vaca y sus derivados. Digo controversial, porque realmente no se ha llegado a ninguna conclusión contundente del tema; aunque hay estudios que señalan que si existe una relación causal entre su consumo y el riesgo de cáncer de mama, también hay otros que no han encontrado ninguna asociación. En este sentido, creo conveniente no satanizar el consumo de estos productos, porque además, representan una de nuestras principales fuentes tanto de proteína como de calcio y otras vitaminas y minerales que son imprescindibles para el buen funcionamiento y desarrollo de nuestro organizamos. Para las personas que prefieran no consumirlos, es importante que incluyan en su dieta otras fuentes de calcio como son las tortilla de nixtamal (No Maicena), kale, espinaca, cereales y juegos fortificados, principalmente.

Por otro lado, con el fin de crear consciencia sobre el cáncer de mama, creo conveniente dejar atrás el tema de los factores de riesgo y mencionar aquellos factores que al estar presentes, pueden disminuir el riesgo de desarrollar la enfermedad. Son dos principalmente y también son factores modificables ya que dependen de las elecciones personales.

El primero de ellos es el consumo de soya y derivados. La soya esta compuesta por unas sustancias llamadas isoflavonas que al entrar en nuestro organismo su metabolismo se asemeja al de los etsrógenos, quienes, entre otras cosas, funcionan como inhibidores del crecimiento de células cancerígenas. Todavía no está bien definido su papel en la prevención del cáncer de mama, y existe información a favor y en contra de este hecho. Aún así, es recomendable incluir en la dieta alimentos derivados de la soya y soya como tal.

En segundo lugar, la literatura señala que el factor protector más importante contra el cáncer de mama es la lactancia materna exclusiva durante 6 meses y posteriormente hasta los dos años de edad. Además de los múltiples beneficios que esto ofrece al recién nacido, para la mujer lactante también implica una conducta con numerosas ventajas; una de ellas es justamente el papel que juega en la prevención del cáncer de mama. Por todo esto, es importante que toda mujer en periodo de gestación o postparto pida orientación en lactancia a un profesional de la salud.

En conclusión, son muchos los factores que intervienen en la causalidad del cáncer de mama, pero como se describe a lo largo del artículo, algunos de ellos, son factores que dependen de las elecciones personales por lo que es imperante hacer consciencia y tenerlos presentes en nuestro día a día, al igual que aquellos factores que pueden disminuir el riesgo. No debemos dejar de tener claro que hoy en día las enfermedades más graves pueden ser prevenidas con nuestros hábitos y estilo de vida.

Mariana Pardo

Profesión: Lic. En Nutrición y Ciencia de los Alimentos en la Universidad Iberoamericana. Actualmente, me dedico a la consulta privada y a investigación en salud dentro de la Universidad Iberoamericana.