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Bebidas tradicionales mexicanas endulzadas con azúcar de caña
Desde el piloncillo que perfuma el café de olla, pasando por el dulzor cristalino de las aguas frescas y el toque indispensable en los fermentos del tepache y el tejuino, el azúcar de caña, en sus distintas presentaciones, ha sido un elemento central en las bebidas tradicionales mexicanas.
Piloncillo: el endulzante artesanal en las bebidas mexicanas
El piloncillo, también conocido como panela, panocha o rapadura en diversos contextos, es un endulzante que se obtiene a partir del jugo no refinado de la Caña de azúcar. El piloncillo, por su sabor distintivo (notas caramelizadas, especiadas, melosas) y su forma sólida (cono), resulta muy versátil para endulzar bebidas tradicionales.
En bebidas calientes como el Café de olla, el piloncillo se permite fundir junto con canela para aportar dulzor y aroma de tipo especiado‐achocolatado. En atoles y champurrados, aporta textura, dulzor y esa complejidad de sabor. En fermentaciones ligeras como el Tejuino o el Tepache (donde la caña o su jugo se usan como base), el piloncillo sirve como sustrato de azúcar para la fermentación, además de dar el perfil dulce inicial.
La presencia del piloncillo en las bebidas tradicionales permite conectar sabor, memoria cultural y técnica artesanal. El piloncillo es mucho más que un endulzante de origen natural, es un producto artesanal con historia, técnica, sabor propio y protagonismo en las bebidas tradicionales mexicanas.
Aguas frescas: azúcar, agua y fruta
Las aguas frescas constituyen una de las expresiones más universales y queridas de la gastronomía mexicana. Su nombre alude tanto a su temperatura refrescante como a la simplicidad de su preparación, que combina tres elementos esenciales: agua, azúcar de caña y fruta o semillas. Más que una bebida, las aguas frescas representan un acto cotidiano de identidad cultural, una tradición que atraviesa generaciones y regiones.
En los mercados, tianguis y fondas, las grandes vitroleras de vidrio exhiben aguas coloridas —rojas, verdes, amarillas— que invitan a mitigar el calor y acompañar platillos tradicionales. No hay comida corrida o fiesta patronal sin al menos una jarra de agua de jamaica o de horchata.
La base de toda agua fresca es sencilla: agua, azúcar y fruta. Sin embargo, su diversidad es tan amplia como el país mismo. Algunas de las más populares son:
- Agua de jamaica, preparada con los cálices de la flor de hibisco secos, hervidos y endulzados con azúcar o piloncillo. Su sabor ácido y su tono rubí intenso son característicos del paisaje culinario mexicano.
- Agua de tamarindo, de sabor agridulce, elaborada al hervir la pulpa de tamarindo con agua y azúcar; en algunas zonas se sustituye por piloncillo para un matiz más profundo.
- Agua de horchata, hecha a base de arroz molido, canela y leche (o agua), con abundante azúcar de caña; su textura cremosa la convierte en una de las favoritas en todo el país.
- Agua de limón o de tuna, refrescante y ligera, perfecta para los meses cálidos.
En regiones del centro y sur del país, también se preparan versiones menos conocidas pero igualmente tradicionales, como el agua de chilacayota, una calabaza que se cuece con piloncillo, canela y clavo hasta obtener una mezcla melosa que se diluye en agua fría. Este tipo de bebida representa un puente entre los atoles dulces y las aguas frescas, combinando técnicas de cocción indígena y herencia colonial.
Bebidas calientes de maíz y cacao: atole y champurrado
El atole es una de las bebidas más representativas de la gastronomía mexicana y un claro ejemplo del legado mesoamericano que ha perdurado por siglos. Su origen se remonta a las civilizaciones prehispánicas, particularmente entre los pueblos nahuas y mayas, quienes preparaban una bebida espesa a base de maíz nixtamalizado, agua y endulzantes naturales como miel o jugo de maguey. Con la llegada de los españoles, el azúcar de caña y la leche se incorporaron a la receta, dando lugar a las versiones mestizas que hoy conocemos.
El proceso de elaboración tradicional implica disolver masa o harina de maíz en agua fría, colarla y luego cocerla a fuego lento, removiendo constantemente hasta lograr una consistencia ligeramente espesa. A esta base se le agregan piloncillo o azúcar de caña, canela, vainilla o frutas, según la región y el gusto del preparador. En algunas zonas rurales, el atole aún se prepara exclusivamente con piloncillo, lo que le confiere un color ámbar y un sabor más profundo y meloso.
El champurrado es una variante del atole que incorpora cacao y piloncillo, creando una bebida más densa, energética y aromática. Su nombre proviene del verbo “champurrar”, que significa “mezclar o revolver”, aludiendo al proceso de batido constante que requiere su preparación.
El champurrado se asocia especialmente con las mañanas frías, las posadas decembrinas y la venta callejera de tamales, con los cuales forma una pareja inseparable en la cultura urbana y popular mexicana. Además de su presencia en la vida cotidiana, también se ofrece en ceremonias religiosas, procesiones y ferias regionales, reforzando su papel como bebida de convivencia y hospitalidad.
Fermentadas populares: tepache y tejuino
El tepache es una de las bebidas fermentadas más antiguas y emblemáticas del México popular. Se elabora tradicionalmente con cáscara o pulpa de piña, agua, piloncillo (o panela) y especias como canela o clavo. Su fermentación es espontánea, es decir, se realiza gracias a los microorganismos presentes de manera natural en las frutas, utensilios y el entorno.
Durante la fermentación, las levaduras y bacterias transforman los azúcares del piloncillo en pequeñas cantidades de alcohol y ácidos orgánicos, generando un sabor dulce, ácido y ligeramente efervescente. El tepache se consume ampliamente en ferias, mercados y fiestas patronales, especialmente en el centro y sur de México. A menudo se sirve frío y con hielo, aunque en algunas regiones del Bajío se mezcla con cerveza o se deja fermentar más tiempo para obtener un producto más alcohólico.
El tejuino es otra bebida fermentada mexicana de profundo arraigo, especialmente en el occidente del país, en estados como Jalisco, Nayarit, Colima y Michoacán. Se prepara a base de maíz nixtamalizado, que se cuece y muele para obtener una masa que luego se disuelve en agua, se endulza con piloncillo y se deja fermentar por uno o dos días, dando origen a una bebida ligeramente ácida, espesa y refrescante.
El tejuino suele servirse frío, acompañado de sal, jugo de limón y hielo, y en muchas regiones, como en Guadalajara, se le agrega una bola de nieve de limón, logrando un contraste entre lo ácido, lo dulce y lo salado. Este modo de servirlo lo ha convertido en una bebida callejera popular, apreciada por su capacidad para refrescar y revitalizar en los climas cálidos del occidente mexicano.
Conclusión
Del atole al champurrado, del café de olla al diverso y colorido universo de aguas frescas, y de las bebidas fermentadas como el tepache y el tejuino hasta el ponche decembrino, el uso del azúcar de caña, ya sea refinada o en su forma artesanal de piloncillo, ha sido un hilo conductor que entrelaza sabores, memorias y prácticas culturales a lo largo de la historia mexicana. Este endulzante no solo ha transformado los perfiles sensoriales de las bebidas tradicionales, sino que también ha marcado modos de convivencia, rituales y formas de identidad colectiva que perduran hasta nuestros días.
Comprender la historia y la técnica de estas bebidas no solo enriquece nuestro conocimiento gastronómico, sino que también fomenta una apreciación consciente y equilibrada del azúcar de caña. Promover su consumo responsable, revalorizar el piloncillo y preservar los métodos tradicionales de preparación es una manera de honrar el patrimonio alimentario de México y asegurar que las futuras generaciones sigan encontrando en estas bebidas un sabor de identidad y pertenencia.
Bibliografía
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https://www.gob.mx/inpi/articulos/el-atole-bebidas-tradicionales-de-los-pueblos-indig enas
CONADESUCA. (s. f.). Monografía del piloncillo. https://siiba.conadesuca.gob.mx/siiaca/Consulta/verDoc.aspx?num=411
Larousse Cocina. (s. f.). Champurrado.
https://laroussecocina.mx/palabra/champurrado/
Larousse Cocina. (s. f.). Horchata. https://laroussecocina.mx/palabra/horchata-2/


